sábado, 27 de junio de 2009

La Tormenta.

El sol terminó de caer en picada sobre el firmamento, la noche aplastó la ultima claridad de una manera tenaz, reduciendola a un despojo allá lejos en el oeste, hasta que desapareció del todo bajo la linea del horizonte.
El viento empezó a soplar al instante, empujando hacia donde la casa se encontraba unos nubarrones oscuros y amenazantes.
La tan necesitada agua al fin estaba viniendo.
Saldivar y los peones, luego de un día de pesado trabajo, descansaban bajo el alero que daba a los limoneros. El fuego ardía frente a ellos y el viento levantó un chisporroteo.
- Parece que se viene nomás- Dijo Soto atajándose la cara de las chispas.
Saldivar que estaba como hipnotizado delante del fuego, asintió sin decir palabra.
Dentro de la casa había movimiento y se escuchaba ruido de ollas, Jacinta la patrona, removía el guiso con un cucharon grande de madera y su joven hija Tremebunda mientras repartía los platos de chapa sobre la rustica mesa echo una mirada por la ventana.
- Se viene tormenta mamá- dijo sombriamente.
Con un ruido seco Jacinta tapó la olla y se acercó a la ventana sacando la cabeza afuera.
- Andá a tapar el gallinero nena, no sea cosa que perdamos lo poco que tenemos.
En el corral la tropilla se impacientaba, chocándose uno con otro y amontonandose contra los costados con ruidos y resoplos, el ganado presentía la tormenta.
- Soto, vaya a ver esa tropilla- le ordeno Saldivar levantándose bruscamente de al lado del fuego.
- Están cabreados por el viento patrón.
Cierre bien todas las tranqueras, no sea cosa que se desbande y quedemos con una mano atrás y otra delante.
Soto salió como un tiro para el corral.

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