viernes, 14 de noviembre de 2008

Mucha pasión mató a la pelota.

Como no aficionado al futbol, o mejor dicho, aficionado arrepentido o vendido a otras actividades aeróbicas menos contaminadas, cada tanto uno se pone a buscarle un significado a la barbarie en la cual se ha transformado un deporte que supo ser un mero pasatiempo.
Tanto en las tribunas como en las mesas de reuniones de las instituciones, pasan cosas extrañas, en las primeras, la gente se ataca una a otra y desgañita casi siempre con insultos, sobre las segundas, se mueven fortunas, influencias y campañas políticas.
Que fue lo que contribuyó a que un deporte, que al parecer es una palabra proveniente del latín “deportarse”, que significa “divertirse”, tome ribetes tan extremos transformandose en un monstruo incapaz de generar diversión.
El futbol despierta pasiones, de eso no hay duda, y en alguna gente extrema, despierta sentimientos extremos, el futbol, termina transformándose en una especie de anestesia de los pueblos, y como tal, comienza a ser utilizado como herramienta por las clases dirigentes.
Pero, difícil será pensar en una solución en un país en el cual, el presidente de la asociación futbolística maneja un presupuesto varias veces mayor al de cualquiera de sus provincias.
Por ahora, la única respuesta parecería ser volver al campito, donde el pan y queso mata al dinero y donde nadie mariconea en poner la pata fuerte sin estar asegurados antes.
Ah, también por supuesto queda la opción de volcarse a otros deportes.

1 comentario:

América Gutiérrez dijo...

Es hora de correr. A donde sea, con rumbo o sin él. Voto por el atletismo. Un abrazo